Comienza la XXIII Asamblea de la UISG: “La Vida Consagrada, una Esperanza que Transforma”
Comienza la XXIII Asamblea de la UISG: “La Vida Consagrada, una Esperanza que Transforma”
Hoy se ha inaugurado en Roma, en el Hotel Ergife Palace, la XXIII Asamblea Plenaria de la UISG, con la participación de más de 900 Superioras Generales de todo el mundo.
El evento se celebra en un momento crucial para la Iglesia, marcado por el reciente fallecimiento del Papa Francisco y la espera del nuevo Pontífice, lo que hace aún más significativo el tema elegido: “La Vida Consagrada: una Esperanza que Transforma”.
La Hna. Mary Barron, presidenta de la UISG, inauguró la jornada exhortando a las religiosas a ser “peregrinas de esperanza” en un mundo herido y fragmentado. Recordó los pilares del pontificado del Papa Francisco: el encuentro personal con Cristo, la sinodalidad, la autoridad como servicio y la vulnerabilidad como camino de renovación. El 60º aniversario de la UISG y el Año Jubilar hacen que este camino de reflexión y discernimiento sea aún más profundo.
Durante la mañana se presentó el Informe UISG 2022–2025, que documenta las acciones concretas de la UISG y de sus más de 1900 congregaciones miembros. Entre las principales iniciativas se destacan: programas de formación en liderazgo y protección, la red global Talitha Kum contra la trata de personas, el proyecto Catholic Care for Children International, el compromiso con migrantes y refugiados, y las actividades ecológicas inspiradas en la ecología integral promovida por Laudato si’.
Las participantes destacaron el impacto global de la UISG, que llega a contextos remotos y responde de forma concreta a las crisis locales. Desde Indonesia hasta el Congo, las religiosas testifican cómo la esperanza, vivida en comunión y solidaridad, es una fuerza transformadora. La asamblea reconoció el valor de la internacionalidad como don y desafío, elogiando el compromiso profético de la UISG.
Por la tarde, la teóloga Hna. Mariola López Villanueva, RSCJ, ofreció una meditación sobre la esperanza, entendida como “una cuerda tendida por Dios” a la que aferrarse. No es un sentimiento abstracto, sino un vínculo vivo que invita a las consagradas a tejer redes de cuidado, acogida y belleza. Una llamada a caminar juntas, como humildes peregrinas, en fidelidad al Evangelio y al servicio de la humanidad herida.
La jornada concluyó con un intenso momento de diálogo y escucha mutua: las más de 900 participantes, distribuidas en más de 90 mesas, compartieron reflexiones y resonancias surgidas de las ponencias y la experiencia común. El método de la conversación en el Espíritu guió este profundo intercambio, que terminó con una oración coral como signo de comunión y esperanza.