Mujeres de Esperanza: la UISG concluye la XXIII Asamblea Plenaria con una llamada a la transformación

Mujeres de Esperanza: la UISG concluye la XXIII Asamblea Plenaria con una llamada a la transformación

La XXIII Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) llega hoy a su penúltimo día, tras un intenso camino de trabajo, oración y discernimiento compartido bajo el lema «Vida consagrada: una esperanza que transforma».

La jornada comenzó con un momento de oración matutina centrado en la gratitud, invitando a las participantes a reconocer los frutos de estos días de encuentro. Durante la reflexión, se recordaron los testimonios de hermanas que llevan esperanza en situaciones difíciles y se reflexionó sobre el papel de las mujeres religiosas en la Iglesia sinodal.

«En ustedes, superioras generales, están presentes muchas hermanas, muchas mujeres que expresan con su vida algo de Dios», se expresó durante la oración, que continuó con un video que mostraba diversas imágenes bíblicas femeninas que reflejan aspectos de Dios: ternura, compasión, entrañas de misericordia.

Una jornada de síntesis y conclusiones

La agenda del día estuvo marcada por momentos clave:
• Tras la oración matutina, se realizó una reflexión personal seguida de una puesta en común en las mesas de trabajo.
• Las participantes se reunieron en «constelaciones», es decir, zonas territoriales, donde trabajaron en grupos para luego ofrecer su retroalimentación por la tarde.
• La sesión conclusiva incluyó la presentación de la Declaración de la Asamblea Plenaria y expresiones de agradecimiento.
• La Hna. Mary Barron, OLA, ofreció el mensaje de clausura.
• La jornada concluyó con la celebración de la Eucaristía presidida por el P. Mauro-Giuseppe Lepori, O.Cist.

Mañana, 9 de mayo, como cierre oficial de la Asamblea, las participantes visitarán la Basílica de Santa María la Mayor, donde también tendrán la oportunidad de rendir homenaje a la tumba del Papa Francisco.

Declaración de la Asamblea Plenaria

El documento final de la Asamblea recoge el compromiso de las mujeres consagradas en este 60º aniversario de la UISG. En él, las participantes se reconocen como «mujeres consagradas, investidas con la misma llamada a ser discípulas de Cristo a través del servicio de liderazgo para nuestras Congregaciones».

La declaración expresa gratitud por lo que el Papa Francisco ha aportado al dinamismo de la Vida Consagrada y subraya cómo, en este Año Jubilar, en un momento de profunda agitación en nuestro mundo y de transición en la vida de la Iglesia, las religiosas desean aportar su contribución específica como mujeres consagradas.

Al término de la Asamblea, las superioras generales se comprometen a ser cada vez más:
• Mujeres de paz, resilientes, que permanecen al pie de la cruz
• Mujeres que están en las fronteras, que rechazan la exclusión y la discriminación
• Mujeres que velan en la noche y, como la luna, reflejan la luz
• Mujeres sinodales que crean comunidades evangélicas e inclusivas
• Mujeres proféticas que, en la vejez, en la enfermedad o en la fragilidad, siguen siendo signos de esperanza

«Como mujeres a quienes se ha confiado el liderazgo de nuestras congregaciones, nos comprometemos a alimentar la esperanza dentro de nosotras mismas y a transmitirla, porque ‘ponemos toda nuestra esperanza en la gracia que nos llega por medio de la revelación de Jesucristo’ (1 Pe 1,13)», concluye la declaración.

Un signo inesperado de gracia

Durante la celebración eucarística conclusiva de la jornada, se produjo un momento inesperado y conmovedor: la “fumata blanca”, llegada por sorpresa, llenó de alegría y emoción a todas las presentes. Las oraciones de las participantes en la Asamblea fueron escuchadas: el evento comenzó con la sede vacante y concluyó con el anuncio de la elección del nuevo sucesor de Pedro. Un signo de gracia que dio un significado aún más profundo a la Asamblea, llenándola de esperanza y de comunión con la Iglesia universal.

La Asamblea concluyó oficialmente hoy, 9 de mayo, con una celebración eucarística en la Basílica de Santa María la Mayor, un momento especialmente significativo para las participantes, que pudieron orar por el nuevo Papa León XIV y también rendir homenaje a la tumba del Papa Francisco, reconociendo su importante contribución a la vida consagrada y a la Iglesia sinodal.

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